ZONA UNO

Apoyos

1996-1997. Becario del FONCA en Proyectos y Coinversiones por el ensayo Vanguardia y Postmodernidad.
1997-1998. Becario del FONCA en el área de traducción literaria por Farewell de Carlos Drummond de Andrade.
1998-1999. Becario del FONCA en Proyectos y Coinversiones por la investigación ensayística El Oriente en la poética de Octavio Paz.
2003. Residencia para Escritores en Canadá otorgada por el FONCA y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Canadá.
2008. Residencia para Escritores en Montreal, Québec, otorgada por el FONCA y el CALQ.

Libros

Ofélia, Lumme, Sao Paulo, 2009.
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O princípio da eternidade, Lumme, Sao Paulo, 2009.

¿Teatro, poesía, narrativa, cuento? Este libro escapa a toda clasificación genérica y se inscribe dentro de una escritura híbrida, mestiza, aleatoria, que se reproduce por imantación y por analogía, por atracción de vocablos y por copulación metamórfica de sentidos. El diálogo es el hilo conductor y el flujo que moviliza, tanto a los personajes como a los lectores, en un mundo de fantasía, de magia, de perplejidades y de absurdo.
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O impulso, Lumme, Sao Paulo, 2007.

“Pulso del impulso: es éste un texto donde se cumple el atrevimiento de volver a preguntarse, desde la sensibilidad –es decir: desde una actitud adánica, fundacional– por los procederes del arte a partir de una constancia: el intento de la atención (...) Pocos en nuestra lengua se permiten, en nuestros días, semejante reposo en la turbulencia: Víctor lleva sus fragmentarias anotaciones tal como a todo diario corresponde: diario de la inconclusión (...) Homenaje a la atención, fuente de toda poiesis: atención que se vincula a la duda, a la digresión, al vaivén de los sentidos, y que franquea su acceso a una experiencia común pero a la vez irrepetible.”
Reynaldo Jiménez
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Neruda, las vanguardias y el realismo socialista, Lumme, Sao Paulo, 2007.
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La saga del sordo, Praxis, México, 2006.

"¿Cómo ha llegado Víctor Sosa a las dimensiones de la saga? ¿Cómo pudo, partiendo del poema miniatura, enigma concentrado, de hace dos décadas (en Sunyata, por ejemplo), arribar a las densas superficies reverberantes de La saga del Sordo? (...) Saga, más bien por la desmesura, por el impulso atlántico con el que se barre el minuciosísimo aluvión de las palabras. Saga, en todo caso, de la escritura misma, de su imparabilidad, de su atroz coleccionismo de todos los registros. Para lograr esto el poeta ha tenido que implementar con el máximo rigor un conjunto de dispositivos productores de escritura –mas no de sentido– que bien podríamos llamar de “escritura automática” si el surrealismo no hubiera hecho uso de esta expresión en un sentido muy distinto; esos automatismos verbales, extremadamente eficaces, que tienden a hacer el trabajo por sí mismos sin la intervención del autor, sitúan a Sosa en una tradición que va de Kafka a Haroldo de Campos pasando por Raymond Roussel, Gertrude Stein, Lezama Lima y John Cage, entre otros."
Juan Alcántara
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Sunyata & outros poemas, Lumme, Sao Paulo, 2005.

“Víctor Sosa es un poeta capaz de construir extrañas arquitecturas verbales alucinando el idioma. Su meticuloso trabajo con la metáfora parece aproximarlo al surrealismo y al neobarroco, en una primera lectura de su escritura trastornada. (...) Arte mandálica que combina y transfigura colores y elementos geométricos en camadas de sonidos y sentidos. Un poeta raro que no se satisface con el mirar fotográfico, inmediato y conciso de la apariencia de los fenómenos. La concepción del poeta como un pequeño dios o taumaturgo, expresada por el chileno Vicente Huidobro, sin duda está presente en las insólitas partituras de Víctor Sosa.”
Claudio Daniel
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Mansión Mabuse, Tsé-tsé, Buenos Aires, 2003.

“Del responso arterial de sus primeros textos al funcionamiento intestino de Mansión Mabuse no existe un abismo sino un movimiento destinado a intervenir sobre el relieve y recamar en lo elusivo. (...) Deudor de la prepotencia verbal de Osvaldo Lamborghini, la poética del escarnio de Sosa asegura que si el 14 por ciento de lo que emerge es mentira, el resto también. La abyección, entendida como una de las formas de la perversión, nos afirma que ni lo uno ni lo otro importa porque la distancia entre dos puntos es el nomadismo, y en esa zona de flujo pulsional se propone la escritura de Sosa. Por eso, su poética se mueve entre la abundancia y la implosión, como cuidando un artefacto casero a punto de detonar. (...) Habría que colocar el trabajo de Sosa por encima de la sensibilidad promedio de todo poeta.”
Mario Arteca
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Peñasco, LetterPress Broadsides, New York, 2003.

"Invención es amor/ y contemplar es inventar/ en paz el universo. Peña,/ peñón, peñasco en todas partes:/ pantera geológica que salta/ sobre el tambor del mundo/ y en negro brillo estalla/ en derredor."
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Derivas del arte contemporáneo, Praxis, 2003.

Toda obra artística es inductiva. Produce una reacción perceptual en el espectador atento, la cual puede entenderse como una elemental respuesta crítica ante el estímulo estético. La crítica de arte –al menos la que aquí se propone– parte de esa irreductible pulsión crítica que habita en todo observador, pero se continúa y complementa con el rigor analítico y las flexibles articulaciones de la imaginación.
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Los animales furiosos, Aldus, México, 2003.

“En un mundo paluchero y fanfarrón propongo leer Los animales furiosos de Víctor Sosa a media voz, hacia un trance, hacia la catarsis, cual derviche inmovilizado durante su propia danza. (...) Esa lectura derviche, ese deambular del desierto a los tálamos, pasando por la vorágine de la enumeración y de las clasificaciones siempre incompletas, llevarán al lector comprometido a experimentar, a una cierta altura del libro, arritmias, palpitaciones, destellos (intuitivos) seculares, roces con lo primigenio, vértigo de abismo y vértigo de manadero (fons et origo): un lector sumido en esta obra temblará por su cordura, y no exagero, temblará por su ausencia de demencia.”
José Kozer
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Decir es Abisinia, Universidad Iberoamericana, México, 2001.

«Este poeta oriundo de Uruguay –aunque ya nacionalizado mexicano– logra, en Decir es Abisinia, una comunicación inmediata con el lector. Tan inmediata que fulgura significativa desde el esperanzado y comprometedor epígrafe de Rimbaud: “Encontrar una Lengua”. Decir es Abisinia es de esos libros que no conocen el descanso ni lo proporcionan. Ya dentro de él vemos pasar acentos que, virtualmente, son “galantes garzas blancas”. Con sus puntos y comas trepamos por “el gesto solo del siseo en ciernes” y cuando más amputados de piernas nos sentimos, llegamos justo ante la puerta de las palabras.»
Francisco Hernández
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El impulso, Praxis, México, 2000.

El Oriente en la poética de Octavio Paz, Secretaría de Cultura de Puebla, México, 2000.

Desde la crítica de la realidad del budismo, el silencio elocuente del zen, la danza erótica de las deidades hindúes Shiva y Parvati, hasta llegar al rito sexual del tantrismo y su anhelada anulación de los contrarios, Sosa sigue el periplo oriental de Paz iluminando y acercando al lector a esta vertiente poco atendida por la crítica. Lo hace sin olvidar la profunda raigambre moderna y experimental que nutre a dicha poética, la cual traza un puente entre el pensamiento crítico occidental y la sabiduría de Oriente –plural y siempre múltiple– que aún nos sigue asombrando.
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La flecha y el bumerang, Aldus, México, 1997.

La flecha vanguardista dibujaba en el horizonte poético un árbol platónico que nos impedía ver el bosque. Una vez disuelto el arborescente paradigma vanguardista, regresamos al bosque y al reconocimiento plural de su fronda. Ya no se trata de ser absolutamente modernos huyendo hacia una ilusoria Abisinia; se trata de poder escuchar los tambores africanos sin tener, necesariamente, que escupir sobre la tumba de Mozart. Del blanco y negro perceptual pasamos hoy al territorio de los matices, de la aglutinación y del entramado de los diferentes discursos expresivos.
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Gerundio, UNAM, Margen de Poesía, México, 1996.

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Sunyata, Praxis, México 1992.

“Este es el grado existencial de la poética de Víctor Sosa: el anularse como yoidad frente al objeto, el dejarse traspasar por el objeto. No hay rebeldía: hay humildad. Víctor Sosa ha elegido el camino de la dificultad poética. De esa autoimposición –que señala claramente una visión del mundo– han salido estos poemas, síntesis o cifra de una conciencia que, aún en el terreno poético, no ha traicionado su fidelidad esencial: la precisión.”
Eduardo Milán
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Sujeto omitido, edición de autor, San José, Costa Rica, 1983.

Sujeto Omitido selecciona la producción poética del autor entre los años 1976-1980, conjugando diferentes vertientes creativas, del erotismo y surrealismo al esbozo de una formulación poético-filosófica.

Páginas

30.5.11

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